Sizigia Arquetípica; Venus y Marte

Sizigia Arquetípica; Venus y Marte

¿Estamos dispuestos a dejar morir la imagen que tenemos de nosotros mismos para confluir en una imagen vincular, en dónde la expresión identitaria del otro nos complemente?

¿Estamos dispuestos a entregarnos al devenir del vínculo, que sí o sí transformará la mirada narcisista que poseemos de nuestro YO, conduciéndonos a un devenir permanente de cambios y fluctuaciones?

Venus y Marte se encuentran combustos a solo 4 grados de distancia en el signo de Leo. Afrodita y Ares se encuentran fusionados apasionadamente en el cielo y Ella ya tiene libertad absoluta para caminar directo hacia la cristalización consciente de todo lo incorporado durante su retrogradación, ya que se encuentra en un movimiento directo nuevamente.

Esta diada arquetipica nos trae imágenes vinculadas con la experiencia relacional en nuestros mapas natales y nos enfrenta con los complejos y dilemas de nuestras relaciones. En un mandala natal reposado, ambas deidades rigen signos opuestos complementarios (Aries-Libra) gobernando el eje relacional y vincular de la expresión metafórica del zodiaco. Es aquí, en este eje 1-7 en donde se encuentran las claves del desarrollo de nuestro accionar entre el marco de la realidad de nuestra experiencia yoica y los espejos del Otro. Es a través de la mirada de Venus y Marte, que podemos llegar a comprender en profundidad cuales son los puntos ciegos que debemos evolucionar en nuestros vínculos.
Ambos signos lidian con cierta ceguera a la hora de trabajar con las profundidades de la psique. Ares es un guerrero solar que maneja la impulsividad del deseo y la conquista y Afrodita rige al signo de Libra que para los antiguos, se vinculaba con un momento de inmersión y de ocultamiento. Sin embargo su cardinalidad nos indica que sin esta experiencia nada podría ser iniciado y ninguna vinculación podría ser gestada. El Héroe debe salir de la comarca para reconciliarse y relacionarse con el mundo y obtener el anillo de poder.

Estos amantes celestes se tienen uno al otro en sombra. La delicada belleza y el más notorio equilibrio vital se ven despojadas de su tranquila mesura cuando emerge la pulsión del guerrero. Muchas veces oscilamos entre hacer justa la medida de nuestro deseo mediado por la integración del otro; danzando y cooperando y muchas veces también cayendo en la indulgencia y el olvido de las propias vísceras mientras que en otras ocasiones precisamos también darle lugar a una mirada autorreferencial; procurando establecer nuestro dominio y nuestra conquista y rematando este anhelo con cierto aire agresivo. Pero ambas experiencias se complementan y se tiñen entretejiendo una solida pareja psicológica que alberga el sentido íntimo de la vincularidad.

Emplazados en el signo de Leo, la consigna y predicción que el sabio Tiresias hizo sobre Narciso cobra mucha relevancia, ya que la experiencia Leonina nos trae un momento en dónde o develamos la imagen que tenemos de nosotros mismos dejando morir parte de esta identidad e invitando a la muerte psicológica a prestar sus servicios para poder efectuar una nueva síntesis identitaria o quedamos replegados a un olvido eterno que nos impedirá conocernos a nosotros

mismos. Narciso se conoce a Sí Mismo y muere. Muere a la identidad inmutable a la que había estado vinculado. Muere a la identidad autorreferencial añeja que ya no le sirve para madurar y crecer. Muere a una experiencia del Yo que ya nada le propone y que lo dejaría enmarcado en una cascara vacía. Se entrega a Escorpio. Y muere a su forma establecida.

Venus y Marte están danzando en el cielo y juegan al juego del Amor. ¿Pero realmente se conocen? ¿Realmente saben con quien están danzando? ¿O los ropajes Leoninos están impidiendo un mutuo reconocimiento?

¿Logramos verdaderamente mirar a aquel con el que nos vinculamos?¿A nuestra pareja? ¿A aquellos que a través de su mirada, nos devuelven una imagen de lo que somos ? ¿O tenemos obturado el camino hacia este reconocimiento mutuo?

La experiencia de este pareja arquetipica vestida de las cualidades y los desafíos Leoninos consiste nada más y nada menos en hacernos con sinceridad estas preguntas. Con creatividad e inventiva podemos accionar dignamente reconociéndonos a través del espejo del otro y trabajando la expresión del arquetipo del Sí Mismo que no es una verdad revelada, sino una manifestación que emerge deviniendo siempre en algo diferente a lo que creíamos ser. Un presente futuro permanente, dibujando formas cada vez más unificadas en el espacio infinito del amor.

El viaje sincero de esta sizigia es ser potencialmente Uno, sabiéndonos distintos pero iguales; sabiéndonos en armonía y en deseo hecho realidad. Sabiéndonos vínculo. No somos más que un viaje hacia el vínculo y hacia el reconocimiento del otro. Sólo a través de esta experiencia vital podremos entender quienes somos realmente.

Venus y Marte danzan apasionadamente el viaje hacia la vida-muerte-vida que al renacer en una sola mirada, los encontrará verdaderamente unidos en destino.

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